domingo, 11 de mayo de 2008

El Ché dijo en algún momento:

"...me di cuenta de una cosa fundamental: para ser médico revolucionario o para ser revolucionario, lo primero que hay que tener es revolución. De nada sirve el esfuerzo aislado, el esfuerzo individual, la pureza de ideales, el afán de sacrificar toda una vida al más noble de los ideales, si ese esfuerzo se hace solo, solitario en algún rincón de América, luchando contra los gobiernos adversos y las condiciones sociales que no permiten avanzar."

Sinceramente estas palabras me apabullan, porque muchas veces uno se siente solo, pérdido en este mundo de barril de petróleo a más de 100 dólares y responsabilidades económicas que atan ideas. El sistema lo pierde a uno en la angustia de la carestía.

Más de una vez he soñado con tirarme a cortar transversalmente el mundo, voltearlo y enrojecerlo, sin embargo no tardo dos segundo en sentirme soñador, aventurero y la mayoría de veces solitario. He coqueteado y lo hago aún con el existencialismo, le busco una salida a esta imagen de mundo que me ennegrece la retina y me convenzo cada vez más del peso de esa frase, del término revolucionario. Muchos lucharon, luchan y lucharan por la revolución, pero nunca serán revolucionarios, serán personas y combatientes


Muchas veces me pregunto ¿cómo lo hizo? ¿Lo tuvo siempre tan claro? ¿Qué sintió al dejar a sus amigos y familiares? ¿Cómo hace uno para entregarse de esa forma?