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Hoy le escribo a la historia de Centroamérica, específicamente de Nicaragua, al pueblo que hace 28 años rompió las cadenas. Le escribo al General Sandino, a Julio Buitrago, a Carlos Fonseca, a Omar Cabezas, a Tomás Borges, a Ernesto Cardenal… en fin a todos los que aportaron su granito de arena a esa lucha necesaria, a todos los que entregaron lo más valioso que tiene el ser humano en aras de un futuro mejor, más justo y brillante.
Debo decir en esta fecha importante que Nicaragua me duele, me duelen cada uno de estos 28 años de lucha, me duele ver los estragos de los embates imperialistas, me duele recorrer sus heridas y cicatrices, me duele su gente y su historia postergada. Sin embargo este dolor se desvanece cuando pienso y siento el despertar de Nuestra América. Despertar que se refleja en una Nicaragua que, a pesar de los años de bloqueo y guerra, de manipulaciones mediáticas del imperio, de crisis, de historia burlada, se vuelve nuevamente hacia Sandino, lo toma de la mano y decide caminar con él hacia el alba de su historia.
Nicaragua sueña nuevamente, recuerda lo sucedido y sabe a que se expone, las ideas y la justicia han prevalecido nuevamente. Los estragos del neoliberalismo han inhibido el poder de la retórica, han hecho inútil la demagogia, los pueblos al tener hambre se vuelven inmunes a los discursos de los oligarcas latinoamericanos.
Este nuevo despertar constata que los burgueses oligarcas son ciegos y sordos, que no entienden que la historia es escrita por el pueblo, que este pueblo no es infinitamente explotable ni denigrable; no entienden lo que es el hambre y la vida negada, no saben lo que es despertar al mañana y caer en las sombras. El pueblo nicaraguense lo sabe y esta actuando en consecuencia, ayer 19 de julio celebró tanto su idílico triunfo acaecido hace tantos años como su despertar de la brutal pesadilla neoliberalista, uniéndose de esta forma a la lucha latinoamericana y mundial por una realidad más justa, más inclusiva, más socialista.
Acompañamos a los hermanos nicaraguenses en su fiesta:
Debo decir en esta fecha importante que Nicaragua me duele, me duelen cada uno de estos 28 años de lucha, me duele ver los estragos de los embates imperialistas, me duele recorrer sus heridas y cicatrices, me duele su gente y su historia postergada. Sin embargo este dolor se desvanece cuando pienso y siento el despertar de Nuestra América. Despertar que se refleja en una Nicaragua que, a pesar de los años de bloqueo y guerra, de manipulaciones mediáticas del imperio, de crisis, de historia burlada, se vuelve nuevamente hacia Sandino, lo toma de la mano y decide caminar con él hacia el alba de su historia.
Nicaragua sueña nuevamente, recuerda lo sucedido y sabe a que se expone, las ideas y la justicia han prevalecido nuevamente. Los estragos del neoliberalismo han inhibido el poder de la retórica, han hecho inútil la demagogia, los pueblos al tener hambre se vuelven inmunes a los discursos de los oligarcas latinoamericanos.
Este nuevo despertar constata que los burgueses oligarcas son ciegos y sordos, que no entienden que la historia es escrita por el pueblo, que este pueblo no es infinitamente explotable ni denigrable; no entienden lo que es el hambre y la vida negada, no saben lo que es despertar al mañana y caer en las sombras. El pueblo nicaraguense lo sabe y esta actuando en consecuencia, ayer 19 de julio celebró tanto su idílico triunfo acaecido hace tantos años como su despertar de la brutal pesadilla neoliberalista, uniéndose de esta forma a la lucha latinoamericana y mundial por una realidad más justa, más inclusiva, más socialista.
Acompañamos a los hermanos nicaraguenses en su fiesta:
¡VIVA SANDINO!
¡VIVA LA REVOLUCION!
¡VIVA EL SOCIALISMO!
¡VIVA LA REVOLUCION!
¡VIVA EL SOCIALISMO!